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Entrevistas

 

ENTREVISTA A LALO MIR

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Pablo Milani

 

Referente indiscutido de la radio, Lalo Mir es oriundo de San Pedro, Provincia de Buenos Aires. Debutó hace 40 años en la primera Radio Del Plata como locutor comercial y en Radio Rivadavia en El rotativo del aire, como suplente. Luego hizo producción realizando todo tipo de ocupaciones. Años más tarde condujo programas claves en la radiofonía argentina como Animal de Radio en la Rock & Pop durante nueve años. Hoy conduce Lalo por hecho en la mañana de FM100  y en Televisión, Encuentro en el estudio por Canal Encuentro, un programa que “Es una gran satisfacción”.

 

 

¿Qué hay antes de la radio en vos? ¿Tenías un Plan B?

No había plan B ni plan A, había planes simultáneos. La radio fue un plan que apareció de golpe cuando Fernando Bravo llegó con un Peugeot 504 0 Km. color salmón (en San Pedro). Nosotros éramos unos pibes. Yo estaría en la escuela secundaria, 5° año. Íbamos a la radio que era un circuito cerrado en San Pedro y decíamos: “Ah mirá! El chabón se fue y la hizo”. Así que verlo posible fue un poco por reflejo de Fernando. Yo tardé tres años en entrar al ISER. A mí me rebotaron. Y de hecho en aquel momento estaba muy metido con la construcción, en Obra Pública, estaba mucho en el Dibujo Técnico, hacía otras cosas. Me gustaba la Arquitectura, no sé si iba a ser Arquitecto. Pero siempre me gustó el dibujo, el diseño. Cuando me recibí de locutor, trabajé de locutor suplente, y me enojé con este oficio que era muy mezquino para mí. Me la pasaba haciendo libros de transmisión y hablaba un minuto cada una hora cuando me dejaban en los espacios. Y entonces volví a la construcción, y al tiempo se dio un hecho fortuito, como a mucha gente le sucede. Oscar “Cholo” Gómez Castañon se acordó de mí. Había hecho unas colaboraciones con ellos mientras era locutor de turno suplente en Radio del Plata. Él tenía un programa que se llamaba Rock, jotas y tortugas. Ya había una obligatoriedad de pasar tango y folclore, no podías hacer un programa de rock. En realidad lo podías hacer pero la mitad tenía que ser tango y folclore. No había tango moderno como hoy, ni Bajo Fondo ni nada por el estilo. Entonces le resolví de una manera humorística pasar esa música con otro discurso. Y se acordó de eso y me citó un productor en la agencia donde ellos trabajaban y me llamó. Y ahí volví a la radio de productor. Once años estuve en ese puesto. Y en la mitad empecé de nuevo a hacer micrófono porque me ofrecieron el triple de lo que estaba ganando. Y se dio, yo no sabía si me iba a dedicar a hacer esto. Y los otros planes quedaron ahí, pero me siguen gustando. Agarro cualquier suplemento de Arquitectura de los diarios o revistas diseño y me las trago. Es lo primero que busco en los aviones o en los consultorios.

 

¿Las cosas que aprendiste en esos años de productor? ¿Las seguís aplicando ahora?

Sí totalmente. Mucho la producción. Yo fui productor de comerciales en una época donde los avisos eran en vivo, los locutores decíamos los avisos leídos una y otra vez. Y también había unos discos de 1978 que se llamaban acetatos, donde venían los singles y algunas locuciones grabadas pero sonaban con  ruido a púas, no eran buenos. Yo formo parte de la camada de producción que inicia la producción comercial al estilo de la televisión, al estilo del cine. Donde empezamos a montar el audio con ese criterio, que en radio no se usaba. Es como que laburé en un laboratorio durante muchos años. Debo haber producido más de tres mil audios comerciales. Eso te pone en toda situación, en todo tipo de contexto, de gente, de cliente, de necesidad, de proyecto. Y ahí tenes todo. Hacés desde avisos de extractores hasta whisky. El mundo de la publicidad es muy delirante. Entonces eso me obligaba. Yo era el que trabajaba con los locutores, con los textos y con la musicalización, con la edición de los avisos. De hecho me volví editor, me volví guionista, hice todo eso. Y cuando volví al micrófono, tenía eso adentro de la cabeza.

 

Estuviste en La noticia rebelde de la última etapa. ¿Qué recordás de ese período?

Fue el último año sí. Nosotros estábamos ahí y se terminó en 1989. Cuando se cambiaba de presidente, Alfonsín por Menem. Ahí termina La noticia rebelde. Estuve durante los últimos seis meses. Para mí fue una etapa de puro aprendizaje porque era trabajar con Castelo, Abrevaya. Para mí eran gente muy grosa. Y manejaban la televisión que a mí me gustaba que fuera la corriente de lo que había sido Satiricón, Humor. Esa prensa más libre, desperjuiciada, transgresora de alguna manera. Que mezclaba el humor con la información, la sátira, la ironía.

 

¿Cómo te llevas con el afuera de aire de la radio? Los contratos, tus compañeros, el dinero, la pauta publicitaria, la franja horaria. ¿Cómo lidias con eso?

Me llevo bien. Es que ya no lidio, forma parte. Para mí se transformó todo en una especie de mecanismo de relojería. Que anda, como anda un reloj. Que anda porque le diste cuerda o porque tiene pila. Entonces anda. Y después es ir haciendo toques. Para mí es muy sencillo. Se forman grupos humanos, en general a mí me pasó siempre así. Algunos tardan más en acomodarse que otros. Algunos entran, otros se van. Y una vez que el grupo humano se conformó empieza a modificarse muy lentamente con cosas que van sucediendo en el tiempo. Tuve proyectos de tres, de cinco, de nueve años, como fue el caso de Animal de radio. Y la parte humana funciona naturalmente, y todo lo demás viene por añadidura. Soy un tipo que tiene un rigor de laburo, soy puntual, me gusta lo que hago, no falto. No me peleo mucho. Puedo estar un día mal, pero en general soy muy amigable con todo. Con lo comercial, toda la vida estuve relacionado. No, la verdad que no tengo conflicto. Tengo otros tipos de conflictos que son más personales. No ya laborales a esta altura del partido.

 

Buenos Aires, una divina comedia. ¿Cómo surgió ese programa?

Radio Bangkok se había terminado. Grinbank tuvo que esperar unos meses hasta firmar nuevamente contrato con la radio. Me llama para ver qué quería hacer, y me dice: “Douglas y Bobby, no”, estaban peleados. “Quiero que trabajes con la Negra (Elizabeth Vernaci)” Y yo había trabajado con ella en 9PM cuatro años, desde 1982 a 1985. Y además había sido productor de ella en Radio Continental. La Negra había hecho programas donde yo era productor y no estaba en el aire. Y nos fuimos a pensarlo a Nueva York, no me acuerdo bien. Y de ahí salió esta idea de hacer alguna cosa que tuviera algún paso de comedia. Al ser un hombre y una mujer se daba más el diálogo. Después todo fue derivando, como era la Rock & Pop  en cosas en las cuales uno se va encariñando y no sabes muy bien por qué. Yo lo que rescato de ese programa que fueron dos años (1990-1991) es el laburo conjunto con la Negra, que siempre tuvimos química haciendo radio. Y la incorporación de lo que yo llamaba el edit, que eran pequeños documentales con testimonios de gente que venían de fuentes muy diversas. Micrófonos ocultos. Me compraba micrófonos que tomaban a distancia. Entonces grabábamos charlas en el Florida Garden, nos nutríamos de varias cosas. Yo armaba unas piezas que eran unos testimonios. Era agarrar, por ejemplo en el caso de los jubilados, a Cavallo, me armaba un guión y el cassete duraba un minuto y medio, ése era el límite que me imponía. Y descubrí que en el recorte, porque vos tenes tres o cuatro minutos y para llegar al minuto y medio, ¿Cómo hago? Hay que llegar, entonces, ¿Qué saco para que se entienda? Llegué a la conclusión que cuando más empezás a resumir y más afinas sobre el contenido y sobre el valor de las palabras, más sube el discurso. Es como que sale más para afuera, es más rotundo. Yo la tenía por ejemplo, a la mamá de mi dentista diciendo; “Somos argentinos”, o “Hay que agarrar la pala y la carretilla” decía otro, entonces se mezclaba con Menem que ya estaba con los jubilados. Y ese sonido empezó a tomar el programa. Casi todos esos separadores los editaba yo. Se volvieron antropológicos, testimoniales. Entonces el programa quedó enmarcado como una especie de locura. Y eso tenía mucho que ver con los comerciales. Porque estaba utilizando técnicas de edición de comerciales para hacer unos documentos clips. Yo los llamaba edit, que duraban un minuto y medio. Eso marcó después, se  empezó a usar como algo más habitual en los medios. Hoy ves que todo el mundo agarra pedazos de cosas y las pega. Un collage, un informe o como se le llame. Después de eso llegó Tutti-fruti que era de nuevo la locura de la mesa como era Babcock.

 

Después de esta química con Elizabeth. ¿Nunca surgió la posibilidad de hacer algo juntos de nuevo?

Calculo que ideas hubo, han pasado algunas. Hemos hecho cosas muy chicas, de cruzarnos. Son proyectos más puntuales, particulares. Y después es difícil, porque vos tenes que pagarle a dos, cuando en general hay plata para uno. Y además la Negra se animó, empezó hacer conductora, porque no quería. En la época de La marca del ratón, estaba sentado al lado de ella porque si no estaba ella no hablaba. Era así, entonces después se animó e hizo su vida que era lo que tenía que hacer. En general uno está un rato. Es un par de proyectos con las personas y después uno evoluciona hacia otras cosas. Yo no me veo quedándome con el mismo equipo de por vida. De hecho acá en La100 estamos desde 2008 y esto ha mutado. Eso es normal.

 

¿Qué opinas de la abrupta salida de la Rock & Pop de la Negra?

Todas las salidas de las radios son así. La mía de Bangkok me enteré de viaje, la de Del Plata me enteré de viaje, la había comprado Tinelli. Que terminaba Animal de radio me enteré en el dentista por teléfono. Es un negocio muy choto. Los que hacen negocios son chotos, son garcas. Algunos los quiero más y otros menos, pero es la esencia de cómo es todo. Desde que tengo uso de razón es así. A mí no me asusta. Uno se pelea en el momento por la coyuntura y porque te da bronca. Pero después que pasaron tres meses ya está. Porque en general nos pasó siempre. Salvo 9PM que lo terminamos nosotros, el resto siempre fue una salida abrupta la mía. En 9PM no queríamos seguir haciendo lo mismo y decidimos terminarlo. Yo me quería tomar un año sabático. Estaba muy cansado. Trabajaba como productor todo el día y hacía radio a la noche. Salía a las once de la noche reventado. Y en 1986 yo le producía un programa a Elizabeth pero viajaba todo el tiempo. Estuve un año viajando y recién en 1987 empecé en Rock & Pop. Los programas que hice en AM también se terminaron de golpe. Un día se vende, otro día te dicen vino otro. Es así, desprolijo. Yo trato de no ser así  pero bueno, yo seré un loco en medio de todo esto. Yo hacía casting para comerciales de locutores y por ahí probabas tres o cuatro hasta que el cliente elegía uno. Yo a los otros tres los llamaba y les decía; “Loco, no quedaste”. Es un segundo. Pero el que anda en el dinero no pierde tiempo en eso.

 

Hace un par de años ingresaste a la década de los 60. Para los que te escuchan hace años en la radio siempre pareces tener la misma energía. ¿Cómo haces para sostener eso?

No, ahora me canso. La energía la conservo, pero tengo menos aliento. Ahora es más comprimido. Para que esto funcione me levanto a las seis de la mañana. Seis y cuarto estoy tomando mate, para estar a las nueve ok. A la una me fui. A la tarde no existo. Hago alguna tontería, pinto, grabo alguna cosita para la radio de San Pedro y nada más. Antes terminaba de laburar a las once de la noche. Ahora laburo medio día. No me da más. Tengo la cabeza explotada. Entonces concentro en esas horas. Acá pasamos bastante música (La 100), lo cual me da un respiro. Ahora tengo menos aire. La radio tiene que pasar más música, bienvenido sea.

 

Con el paso del tiempo ¿Cómo ves el país a través del micrófono? ¿Qué te dice la gente?

Me acuerdo que en Planeta caníbal, vos contabas que había varias personas que se decían que eran el número uno del país. Entonces vos dijiste, “Bueno, a partir de ahora, todos vamos a ser número uno”. ¿Quién es hoy el número uno del país? ¿Existe eso?

Hay algunos números uno porque las estadísticas así lo determinan. River es número uno hoy y hace dos años estaba en la B. Que se yo, en Turismo carretera hay uno que es número uno, y en tenis será del Potro, son los únicos. Por ejemplo cuando te dan un premio, el Martín Fierro, o el de Oro. Es un jurado subjetivo. Si corres una carrera de 100 metros gana el que llega primero. En este caso si cambia el jurado, cambia el premio.  Esos son mis chistes dialécticos de pelearme todo el tiempo con el sentido común, con la corriente principal. Y el país, que se yo, está mucho mejor, somos otro país. Uno ve una evolución. En la época de los milicos era un desastre. Ojo, siempre dentro de la argentinidad al palo, siempre dentro de la confusión y la contradicción. Somos mitad gallegos y mitad italianos, qué querés.

En el conflicto, las minorías, y sobre todo los oprimidos, ganan. Al poder hay que plantearle conflicto. Si no hubiese conflicto, nadie te aumenta los sueldos, nadie te mejora los colectivos.

Desde la Revolución Francesa o el Mayo francés del 68 está escrito así, y es cierto también. El que no llora no mama y hay que hacer quilombo.

Encuentro en el estudio surge a partir de una idea de la productora La vida es arte, tu programa anterior. Se nota que lo disfrutas mucho. ¿Es éste el mejor programa de televisión que has hecho?

Sin ninguna duda sí. Y La vida es arte me gustó mucho. Estuve tres años en Canal 7. La idea es de ellos y yo soy el conductor. Pero la realidad que a mí el programa me lo hicieron a medida.  La grabación de Encuentro en el estudio tiene una logística muy precisa. Todos los programas se hacen exactamente iguales. Entonces hay tiempo para compilar un montón de información desde diferentes lados. Cuando se prueba sonido, cuando se graban las canciones, cuando se graban los copetes. Y al final es la entrevista donde ya pasó todo lo anterior. Entonces lo que voy haciendo es ir hilando el guión que tenía previo. Y después hay el doble o el triple de información que lo que se usa finalmente. El programa dura cincuenta minutos y en general tenemos más de dos horas. Todo eso lo tenés que achicar. Entonces ahí es donde vos te vas quedando con lo mejor. A veces no es lo mejor, sino lo que más vibra emocionalmente. A mí lo que más me impacta de los comentarios que me hacen los amigos, los televidentes, los seguidores del programa, es que se sientan a verlo y no se mueven hasta que termina. Encima no tiene cortes, porque canal Encuentro lo da todo entero, entonces es maravilloso eso en la tele. Y después otras cosas que me dice la gente es, por ejemplo, “Mirá que nunca me lo banqué a Lerner, pero me lo ví entero el programa y dije, ¡Ah mirá vos!” Como que descubren a alguien que no le habían prestado atención o que no te gustaba del todo y al conocerlo, al escucharlo, al entender todo el proceso, lo miran de otra manera. Pero entendiendo el proceso uno gana en respeto y en valorización, sobre el arte, sobre el artista. Porque todos los que cantan lo hacen con amor y creen que su música es la más grosa del mundo. Lo mismo un cineasta. Hipotecan la casa para hacer una película. Entonces el chabón cree que esa película es lo más grande. Y después vamos nosotros y decimos, ¡Es una porquería!  Al tipo le costo sangre, sudor, pelearse con la mujer, los hijos. Y el programa es íntimo porque no hay un grito, los artistas salen muy fascinados y los que no nos conocen tanto también. Ahora estamos tratando de meter una temporada de hispanos parlantes no argentinos. Y siempre está el desafío de los que nos faltan, Calamaro que me dice sí pero que nunca se puede. Charly que me dice sí pero nunca se puede. Y después están los que se nos fueron, el flaco Spinetta estaba arreglado. Mercedes Sosa, yo había arreglado con Fabián (el hijo) “Cuando se ponga un poco mejor la mami lo hacemos”, me dijo él. Pero sí, una gran satisfacción, es un laburo que es otra cosa. No tiene nada que ver con la radio. Es un placer absoluto y es como meterme en un lugar  increíble.

 

 

¿Con quién te gustaría tomar un café, y qué le dirías?

Me hubiese gustado tomar un café con García Márquez y no se qué le diría. Me hubiese gustado tomar un café con el viejo Saramago. Me gustaría tomar un café con Vargas Llosa. Leí cosas que no había leído de él y digo, ¡Cómo escribe este tipo! Leí hace cinco o seis años  La tía Julia y el escribidor. La fiesta del chivo, que es la historia de Trujillo. Me parece que es un libro periodístico y de historia tremendo. Cuando se murió García Márquez leí Los funerales de la Mamá grande que no lo había leído.

 

¿Te imaginas de acá a unos años volviendo a San Pedro?

Me gusta San Pedro pero más me gusta Buenos Aires, pero creo que voy a estar más allá que acá en Buenos Aires. Voy a volver siempre a la ciudad mientras me deje la salud. Y después creo que van a decir como digo siempre: “Ahí va el viejo loco”, “El loco Mir protestando por la calle hablando solo”

 

¿Hay alguien que te llame Eduardo en San Pedro?

No, no, una tía de las que quedan me dice a veces Eduardo, a veces Lalo. Elvira, que es la única hermana de mi mamá viva. Es que nunca me llamaron Eduardo, siempre me llamaron Lalo. Un par de tías me decían Eduardo, pero murieron así que ya está.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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