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ENTREVISTA A ADOLFO ARISTARAIN

 

 

 

Por Pablo Milani

Dueño de películas inolvidables del cine argentino como Últimos días de la víctima (1981), Un lugar en el mundo (1991) y Martín (Hache) (1997), el director habló de todo. Sus comienzos, la censura en los años de la dictadura, de Relatos Salvajes y el presente del país.

 

 

¿Hay algo que le haya interesado antes del cine?

En realidad la idea mía era estudiar Letras. Yo trabajaba, así que en 5° año empecé el colegio de noche y después me cansé y me fui. Yo dije bueno, si voy a escribir, voy a escribir y listo. Y como andaba en la bohemia nocturna de los años 60, empecé a  hacerme amigo de gente que tenía ver con el teatro. Ahí empecé a trabajar como extra en algunas filmaciones. Y era un laburo que a mi me interesó y empecé a entender desde el principio. Entonces me metí en el sindicato. Y ahí empecé a trabajar como meritorio, sin cobrar. Y a partir de ahí seguí. Lo que fui descubriendo en ese momento fue un oficio.

 

 

Después trabajó en España…

Sí, a España me voy porque me lo permite el sindicato. Yo quería irme a Estados Unidos, pero era imposible. Y después estaba Italia que no tenía sindicato y para entrar tenías que ser amigo de alguien y la verdad que nunca fui bueno en relaciones públicas. Y en España descubrí que tenía un acuerdo con el sindicato de acá. Ellos te reconocían el cargo que tuvieras.  Entonces me fui y antes de que pasara un mes ya estaba trabajando. Y ahí estuve siete años. Y después con los años me empecé a animar y creer que yo podía dedicarme a esto. Primero escribí un guión e intenté venderlo. Me lo iban a comprar, después no me lo compraron. Años más tarde,  parte de ese guión, lo utilicé para La discoteca del amor (1979). Y después, en 1974 volví a Buenos Aires con la idea clara de dirigir. Y ahí empecé con La Parte del león (1978).

 

 

Dirigió La parte del león (1978), Tiempo de revancha (1981), Últimos días de la víctima (1982).

¿Cómo fue la experiencia de rodar estas películas de protesta durante la dictadura?

El cine es como un mundo aparte. En mi primera película (La parte del león) el censor me dijo que no haya drogas ni sexo y que estaba prohibido mostrar policías. Eso es por una película que había hecho Armando Bo, en Una mariposa en la noche (1976). Isabel Sarli estaba parada en la vereda y el cana en la calle. Y ella quedaba más alta que el policía. Ellos (el censor) dijeron que denigraba a la fuerza. Entonces, de ahí en más,  optaron por prohibir que aparecieran policías. Por eso en La parte del león hay sonidos pero no se ven canas. Ese fue el único problema que tuve con la censura, que fueron recomendaciones más que problemas. Y Tiempo de revancha la escribí con todo. A lo que apunto es al sistema, al capitalismo. Lo que pasaba en Tiempo de revancha podía pasar con cualquier gobierno, no sólo con los militares. Y la habilidad estaba que no había nadie que levantara la bandera de una manera ostensible. La carga era ideológica y anti sistema. En realidad no había ninguna escena que molestara.

En el momento de mostrarle la película al censor no hubo problemas. Es más, a Héctor Olivera (el productor) lo felicitaron. El problema vino después. Hubo amenazas en la sala de estreno, pero la película fue un boom desde el jueves que se estrenó. Estuvo como un año en cartel acá en Buenos Aires y otro año más por el interior. Así que no pasó realmente nada más allá de algunos llamados a mi casa y a la casa de Olivera también, susurros, pero  no mucho más que eso.

 

 

Dijo que sus películas son un ataque al capitalismo. Entiendo que hoy está mucho más salvaje. ¿Cree que hay escapatoria? ¿Alguna salvación?

Siempre hay que pensar que sí y apostar a cambiarlo. Ahora, que no es trabajo fácil, queda claro. En estos años, este gobierno ha tocado algunas cosas. Si llega a intentar cambios mayores, más profundos, no quiero imaginarme el desastre que se puede armar. Porque no ha modificado el sistema, está jugando dentro del sistema tratando de ayudar a la gente que se muere de hambre.

 

 

En ésta década, ¿Cómo vio la industria del cine?

Mirá, por lo menos hay producción. Y después es siempre igual. Hay un par de películas que están bien y el resto que no, pero eso no es problema nuestro. Es algo mundial de todo el cine, de toda la vida. Hay un alto porcentaje de películas que no sirven para nada. Otras que tampoco sirven pero son netamente comerciales. Y por ahí se salvan…siendo muy bueno, cinco películas por año. Y nosotros estamos en esa.

Para nosotros era un apoyo fenomenal España. Yo las últimas cinco películas que hice fueron co-producciones con ese país. Ellos tenían un subsidio muy bien aceitado y ahora con la crisis se acabó. De todas maneras, el proyecto que yo haga son siempre co-producciones con España. Tengo la doble nacionalidad y sé que la película se exhibe allá y voy a cobrar algo de lo que haya en materia de subsidio.

 

 

¿Qué es lo que hace un director de cine hasta que se den las condiciones para empezar a rodar una película?

Hacer que se den las condiciones. Yo hago todo. Arranco con la historia. Cuando estoy convencido con el guión empiezo a buscar la financiación. Porque los productores no existen más. El productor es una persona para hacer trámites que puede hacer cualquiera. Presentarlo en el Instituto del Cine, pedir un subsidio. Ellos no ponen un peso, así que lo puedo hacer yo. El efectivo que necesitás lo tenés que salir a buscar vos. Y yo lo salí a buscar desde Un lugar en el mundo (1991). En ese sentido soy muy cara dura. Gente que no conozco. Un dueño de un banco. Llevo todo armado de cómo es la inversión, cómo sería la recuperación. Si le interesa bien, y si no, mala suerte. Eso sí, sin hablar de ganancias. Ahí tenés que ir a lo seguro. Con tantos espectadores se recupera la inversión. Y no hablar tampoco de ventas mundiales. La venta en el exterior es poco y nada.

 

 

¿Cuál es la peor parte de hacer cine?

Lo peor es encontrarte con un productor que sea medio chanta y que te modifique la película. Casi siempre es de palabra que vos tengas el punto final de la película. Eso ni se firma, ni se discute, es tácito. Pero eso te puede pasar. Tuve algún problema muy liviano con la película de Columbia, –The Strangers (1986)-. Yo me fui porque cambió el dueño de esa productora. Daban vueltas con la película porque no la aprobaban, no la aprobaban. Me ofrecían cosas. El mecanismo era una compra de negativos. Cuando ellos aprobaban la película me compraban el negativo y yo quedaba liberado del crédito que había pedido en un banco de EEUU. Yo estaba endeudado en USS 3.000.000, no era broma.  Y entonces ellos me propusieron 20 cambios en la película. El que asumió como jefe de la productora quería hacer cine político. Yo no estaba en nada de acuerdo. Así que le contesté punto por punto y me volví a Buenos Aires. Que si me hubiese quedado, seguramente hubiese conseguido otra cosa. En realidad alargaron una escena de suspenso que les había gustado mucho. Independientemente del montaje, la verdad que la película era muy floja.

 

 

Más de la mitad de sus películas lo tienen como protagonista a Federico Luppi. ¿Qué encontró en él que no encontró en otros actores?

Hay algo fundamental en Federico Luppi que es la condición de estrella. Llamalo estrella, carisma, presencia en pantalla. Es decir, son muy pocos los actores que tienen esas condiciones y Luppi las tiene. Y encima de eso, buen actor. Es capaz de llevar la historia cargada en las espaldas. Es un tipo que te mueve y te lleva la historia. Hay muy buenos actores, pero que tengan esa cualidad, es muy difícil.

 

 

Dirigió a Ricardo Darín en tres películas, cuando él era muy joven.

¿Le sorprendió que se haya convertido en uno de los mejores actores y respetados del país?

La verdad que no me sorprendió, Ricardo siempre fue muy bueno. En La playa del amor (1979) y La discoteca del amor (1980) está muy bien. Y después también trabajó en The Strangers (1986). Lo tiene muy bien merecido el lugar que ocupa. Hoy día es un equivalente a lo que era Federico Luppi hace unos años. 

 

 

¿Ve cine? ¿Qué le pareció Relatos Salvajes?

A mi me pareció un chiste esa película. Y no más que eso. Con algunos capítulos que son realmente espantosos. La película no me gustó nada. Son cuentitos que no me causan gracia ni me los creo.

Después las películas que ha dirigido Clint Eastwood me han gustado mucho. The Town (2010) de Ben Affleck me parece una excelente película y Argo (2012) es buena, aunque medio propagandista. También está James Gray, es un director muy interesante. Hizo La noche es nuestra (2007), Los Amantes (2008). Y de acá me gustó la primera de Diego Lerman, Tan de repente (2002).

 

 

¿Y El secreto de sus ojos?

Es una película correcta. Ahora, desde el punto de vista policial es una cargada. ¿Dónde viste que un asesino se descubra por la mirada torva que tiene en una foto? Hay como un desprecio por lo que es la literatura policial, por la película negra. Yo no la soporto. Casi me levanto de la butaca y me voy. No me pueden tomar el pelo de esta manera. Esa escena te invalida todo lo que sigue.

 

 

Hay una escena en Martín (Hache) (1997), donde el personaje de Federico Luppi invita a su hijo a un restaurante muy paquete de Madrid y en una conversación le dice:

“Argentina es un país sin futuro, saqueado, depredado y no va a cambiar. Argentina no es un país, es una trampa. La trampa es creer que puede cambiar.”

 

 

 

 

 

¿Hay algo que haya cambiado? ¿Sigue vigente esa charla?

Creo que la cosa ha cambiado, sobre todo en estos últimos años. Todo esto que se habla de que hay una grieta. Sí, por fin se les cayó la careta. Ya es muy difícil que salgan a caretear y decir cualquier cosa. Está claro, acá hay dos proyectos políticos. Un proyecto que es popular y otro que no lo es. Está más claro que el agua. En ese sentido, eso ha progresado. El problema de siempre es la clase media. ¿Cómo puede ser que la clase media vote a Macri? ¿Cómo la gente puede a votar a Miguel Del Sel? Son cosas incomprensibles. Está claro que no siempre tiene la razón el pueblo. No siempre tiene la razón la mayoría. No puede ser que alguien los vote porque no tienen ningún programa. Hay que decir que hay una clase media realmente pensante. O la desesperación que hay en este país por el dólar. Esas son cosas muy difíciles de cambiar, que ya no tiene que ver con el capitalismo o socialismo, ya es una realidad y mentalidad nuestra. Si no cambia el signo de gobierno en las próximas elecciones, hay mucho campo para seguir avanzando y seguir modificando. Entonces ya no es una trampa, hay que andar con mucho cuidado a que no te caguen.

 

 

¿Para cuando una nueva película de Adolfo Aristarain?

¡Si vos me lo pudieras decir a mí! La verdad es que todavía no apareció nada. No es fácil. Cada vez se complica más. Aún no encuentro la historia para decir…bueno, me meto de lleno en esto. Por ahí aparecen ideas que son cortas. ¿Cómo sigo? Escribo 10 páginas y se acaba ahí. Es muy curioso porque para mí el tiempo no existe. Yo no pienso que hace 10 años hice Roma (2004). No soy demasiado conciente. Mi vida se divide en películas, no en años. Lo que pasa que meterse en una película no es un año. Una película demora por lo menos tres años. Más todo el tiempo que seguís después con la película a cuestas. Hay que tener mucho cuidado con quien te metés porque son tres años de tu vida. Si el proyecto en el que te metiste no estás muy convencido, te caga la vida. Ya aparecerá algo. La verdad es que me ofrecen cosas, pero hasta ahora no encontré nada que me guste y que me entusiasme hacerlo.

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