UNA POLÍTICA DEL DESEO
Por Luis Diego Fernández (*)
“Free your mind, and your ass will follow”.
George Clinton, Funkadelic
Terror anal (2009) de Beatriz Preciado parece tomar como condición de posibilidad una doble proposición, a saber: 1) la izquierda marxista siempre despreció y reprimió el deseo, 2) toda revolución es liberticida. Una política anal, en este sentido, es muy perturbadora para la izquierda paquidérmica.
Hablemos del culo como territorio político. Cito a Beatriz Preciado: “A mediados de los años sesenta, del otro lado del Atlántico pero bajo las mismas premisas (consumo + cultura + experimentación corporal) una multitud de hippies construyen un mundo raro hecho de drogas psicodélicas, rock and roll, gafas con cristales de colores y sexo, y levantan mientras bailan un bloque pacífico de oposición a la guerra de Vietnam. Algunos descubren súbitamente el ano. Se suceden en esa época un conjunto de microrrevoluciones que, frente a los levantamientos tradicionales, se caracterizan por ser poéticas, lúdicas, corporales, y por rechazar el ámbito de la política tradicional como espacio primero de lucha. La izquierda define sus límites: ni maricas, ni travestis, ni drogas. Guy Hocquenghem nos alerta: "es posible que la política revolucionaria en sí misma sea una instancia represiva. Las revoluciones no son lo que parecen”.
Es claro para Preciado, la filósofa/o ve con nitidez esa doble crítica: a la izquierda marxista y al concepto de revolución. ¿Cuáles son las alternativas? Una izquierda libertaria y la micro - revolución pacífica. Se trataba, en última instancia, de una valoración de la singularidad ( Deleuze y Guattari no piensan en términos de individuo). Dice Beatriz: “Estas revoluciones pacíficas podrían denominarse, pensando en la teoría libidinal, políticas del ano. Estas micropolíticas de maricas, bolleras, travestis y transexuales se oponen al modelo tradicional de la política como guerra y proponen un nuevo modelo de la política como relación, fiesta, comunicación, autoexperimentación y placer. Podríamos decir que las políticas del ano son contrapolíticas”.
El axioma de Preciado es simple: toda mente abierta presupone un ano abierto. Un pequeño orificio implica más resistencia y sospechas que una teoría revolucionaria. De ese ano castrado es que el deseo pansexual sublimado se actualiza en camaradería, la energía sexual (libido) que fluye en formas amistosas. La sociabilidad como coartada. Pero también el feminismo heterosexual clásico le tiene miedo al ano. La fobia anal que marca la filósofa/o Preciado es el miedo de la izquierda. Sin embargo, el liberalismo, o más todavía el libertarismo, es decir, la filosofía que entrelaza anarquismo con liberalismo, es la más propicia para la utopía anal. Preciado se resiste a ideas que asocia con una monolítica forma de capitalismo, a lo que llama algo despectivamente ‘privatización del ano’. Quizá ese haya sido el defecto o el límite de esta nueva izquierda, deseante y potente, hedonista y celebrante, estimulante y alegre. Su déficit es claro: un rechazo de plano al mercado libre o bien su reducción al corporativismo y la especulación financiera. Ese es el límite que veo en algunos planteos de Preciado y que no terminan de articular por reticencia o prejuicio, un proyecto concreto, un diseño socio-político maduro que podría ser aún más libertario. Para ser justo, esta limitación no es propia de Preciado sino de todos quienes venimos o alguna vez adscribimos a esta tradición anarco-deseante. El diagnóstico aún lo comparto (la crítica a la izquierda totalitaria y normalizadora) pero la alternativa macro no existe al descartar de plano toda forma capitalista (y desconocer por completo de economía). Estas contrapolíticas son solo micropolíticas. El más lúcido en este sentido fue Michel Foucault que dedicó un íntegro curso del College de France (1978-1979) al estudio sistemático del liberalismo y libertarismo: Nacimiento de la biopolítica. Las lecturas más modernas del pensamiento foucaultiano en el siglo XXI son liberales al beber de su última etapa (1978-1984): el revalorizar al sujeto (una re-subjetivación), la ética como cuidado de sí, la gestión de los cuerpos, incluso la norma como posibilidad re-invención. Es el Foucault ‘kantiano’ que pocos ven. Lo señalan especialistas como Judith Revel o Vincent Descombes, por citar solo dos casos.
Subsiguientemente, como notable discípula del linaje del 68, Preciado construye la utopía anal que proclama –y que suscribo- pero no visualiza que esta encuentra precisamente su cauce en el mercado libre. En eso el recorrido del libertarismo estadounidense fue más fértil y racional. De ésta micro-revuelta deseante y anti-marxista se sembraron las semillas de las llamadas industrias del deseo: la pornografía, el rock, las drogas o la prostitución. La utopía anal de Preciado está hoy presente en esos mercados de la carne y el placer, en la experimentación que persiste y se niega a clausurar el culo. Esta no puede ser un colectivismo como contradictoriamente lee Preciado. La llamada privatización anal no implica ‘clausura’, al contrario, es una emancipación, la única viable. Esa es mi crítica al texto de Preciado, que por lo demás me parece brillante como toda su obra.
(*)Luis Diego Fernandez (Buenos Aires, 1976) se licenció en Filosofía con Diploma de Honor en la UBA y se especializó en filosofía práctica: estética, ética, filosofía política y filosofía del derecho. Dictó seminarios y conferencias en la Facultad de Derecho de la UBA, la Universidad ESEADE, la Asociación de Pensamiento Penal -con el aval de la Universidad Nacional del Comahue-, el Instituto Hannah Arendt, el Centro Cultural de España en Buenos Aires, el Colegio de Abogados de Necochea y la Escuela Argentina de Sommeliers, entre otros. Es autor de los libros de ensayo: Furia <(>&<)> Clase (2009) , Hedonismo libertario (2013) y Los nuevos rebeldes (Sudamericana, 2013). Ideó, editó, prologó y coordinó la Antología del ensayo filosófico joven en Argentina (2012). Prologó la primera edición al español de Las antinomias entre el individuo y la sociedad de Georges Palante (2013). Ha sido el introductor de la filosofía hedonista y el pensamiento de Michel Onfray en el país a través de cursos privados, conferencias, libros y artículos. Colabora regularmente con medios periodísticos, académicos y editoriales. En 2010 fundó la ESCUELA DE FILOSOFÍA (EF), donde dicta cursos mensuales, y en 2008 creó el evento Cata de Ideas, con la finalidad de combinar la filosofía y el vino.