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Poesía

POESÍA DE NATALIA ROMERO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Natalia Romero nació el 21 de Febrero de 1985 en la ciudad de Bahía Blanca. Vive en Buenos Aires desde el 2004. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA. Asistió al taller de poesía de Romina Freschi. Estudió dramaturgia y teatro con Matías Feldman.

Hoy asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi y forma parte del grupo que organiza el ciclo de lecturas El Rayo Verde. Junto a Maximiliano Cosentino lleva adelante el ciclo de lectura y diálogo con escritores Necesito oler limón.

Dicta talleres de escritura y poesía y coordina un taller especial de escritura creativa junto a Verónica Yattah.

Dirige la librería virtual A Cien Metros de la Orilla.

Sus poemas fueron publicados en plaquetas, antologías, revistas y blogs. Publicó su primer libro de poesía Elijo (2011). Algunos de sus poemas pueden leerse en su blog.

 

 

 

CASAS

 

 

 

 

Al mudarnos

mi hermana y yo

dividimos las pertenencias.

Algunas cosas

pasan a ser necesarias

y otras imprescindibles

según nuestro estado de ánimo.

Nos mudamos ya muchas veces

más de las que hubiéramos querido.

No quiero el microondas

ni la cafetera ni los platos.

Quiero llevarme lo mínimo.

Tampoco el cuadrito de rosas bordadas

ni los candelabros.

Me gustan las velas

pero no los candelabros.

La casa que compartimos en Buenos Aires

se llenó de la casa que vaciamos

en Bahía, después de tu muerte.

Ahora vaciamos otra vez la casa

para mudarnos cada una sola.

Esta mañana

volví a mirar la puerta redonda del lavarropas.

Ese, que no terminaste de pagar

porque tu vida terminó antes.

Mamá

ahora, un día como hoy

en que decido no ir al trabajo

porque llueve

porque quiero dejarlo

al trabajo, a él.

Pienso

qué voy a hacer

si me enamoro.

¿Habrá lugar algún día

en alguna de mis casas

para nuestros objetos

todos, bajo un mismo techo?

Los días pasan

y yo rondo la punta de la pregunta.

Hoy

por ejemplo

poder decir no, y hacer

un hueco de luz

adentro de la casa

que huele a mi

llena de las plantas verdes

que crecen

porque cuando estoy triste

trabajo con mis manos su tierra

y las dos nos transformamos

en un acto de iniciación.

Ahora

mientras las tostadas

crujen al calor

de la tostadora

que en la repartición fue mía

pienso en las tostadas que me hacías

pienso en tu felicidad

al comprar la tostadora eléctrica

la llegada de la tecnología

la promesa de la buena vida

que siempre esperaste

y nunca llegó.

Qué dirías mamá

si supieras que ya no tomo más café

ni como más carne

que lloro cada vez menos

que nunca volví al cementerio

que vivo sola con mi gata

que sufro por amor

que no estás para escucharme

que creo haber olvidado

tus olores

que sólo queda esa permanencia

sutil

en los objetos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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