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RESEÑA DE EFECTO TEQUILA

 

 

 

 

Por Pablo Milani

                                                                Efecto Tequila

                                                                Matías Amodeo

                                                                                Momofuku                    

                                                                239 páginas

 

 

 

 

Efecto Tequila (Momofuku, 2014) es un viaje sinuoso protagonizado por jóvenes sabios y tristes atrapados en un mismo tiempo, la década del 90. Tiempos del “deme dos”, versión democracia. Despilfarro y desenfreno con el emblema sexo, drogas y rock and roll adelante. Cuatro hermanos de familia bien, con las lomas de San Isidro como escenario, deambulan por la ciudad con el ego propio de la inmortalidad que conllevan los primeros años de libertinaje. La música y sus historias son el centro de la escena. Las relaciones de pareja se presentan como intersección entre el barrio, un presente promiscuo y un futuro vacío. El despliegue de la novela de Matías Amodeo (1975, Buenos Aires) contrae con la propia idiosincrasia de un país en caída libre, que se desliza en silencio, pero que a la vez es cómplice de cada aventura que traspasa lo real. Efecto Tequila no deja nada a salvo, en ella se leen las miserias y contradicciones de un mundo infeliz, de vidas que no transcurren, de seres anclados en sus íntimos demonios. Aquí se ve el fin de la inocencia frente al deseo de caminar esa libertad que no se sabe bien de qué se trata. Los personajes no logran definirse frente a otros. Son ellos solos dentro de un ecosistema que tiene efecto propio.  El reconocimiento de esta asimetría ataca la ilusión realista pero al mismo tiempo interroga al objeto de la representación, y por tanto, al orden de los hechos. La narrativa de estos años afirma una cualidad disidente. Esta novela problematiza las relaciones naturales e inmediatas y pone en escena el pacto narrativo que hace posible no sólo la escritura sino también la lectura en un equilibrio difuso. Vinculado a ello está la idea de la relación existente entre sus personajes debatiendo un discurso perplejo entre el fracaso de las ilusiones y el giro dramático afectado por la mirada hacia ellos mismos.  “Lo único bueno de la oscuridad era que al menos escondía el pánico de mi cara.” Efecto Tequila es un extenso monólogo interior donde cada personaje también puede ser una extensión de un espacio aparentemente en descenso de una sociedad en un tiempo en que no se pregunta nada. La novela vive en un espacio descentrado donde, en consecuencia, toda ubicación estable es imposible. En este espacio descentrado, extrovertido, carente de interioridad, los personajes subsisten como vasos comunicantes donde cada uno aporta su huella a su modo. Todo se juega en tránsito de espacios reales y virtuales. Hay un extremismo intrínseco que presupone la violencia no como táctica para resolver una situación, sino como forma de anularla. No hay camino intermedio.  Matías Amodeo transcribe una época donde ningún personaje puede regresar a ninguna parte. El deambular, la huida, el encierro, el rock como una forma visceral de escapar, son los únicos caminos posibles. Efecto Tequila devuelve una inquietud metafísica, desborda la razón y conduce más allá de los límites de la inocencia. En su búsqueda, la novela explora esa oscilación donde experimenta los bordes de una ciudad que se desvanece en paralelo con una canción de fondo: A Perfect Day de Lou Reed.

 

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