RESEÑA DE EL MOMENTO DE DEBILIDAD
Por Ana Paolini
El momento de debilidad
Bob Chow
Nudista
150 páginas
Bob Sabbath (protagonista de El momento de debilidad) se enamora de Verónica Weiss, una mujer en apariencia perfecta: de belleza cuasi extraterrestre, científica brillante, sagaz pero callada y misteriosa, amable pero “mal atendida”, indecisa freudianamente moldeada.
Su amigo Damócles se la arrebata. Se la lleva y la seduce con la excusa de filmar una película nueva: “El momento de debilidad”. Damócles (nombre que surge de una anécdota moral de la cultura griega clásica) es -en esta novela- un amigo que traiciona, una auténtica espada desvainada sobre la cabeza de Sabbath.
A mi modo de ver, lo que parece ser el argumento principal de la novela no lo es. A pesar de que se repite, como un virus que muta, un espiral:
El protagonista principal de la película “Estación Espacial Internacional” llamado "turista espacial" (también de Damócles, que Sabbath insiste en ver por tandas en varios viajes y estadías a lo largo de la novela) pierde a su mujer y la busca incansablemente.
Agustina “Boby” Match, una señorita con la que Sabbath decide emprender uno más de sus viajes –no por casualidad sabáticos- para olvidar a Verónica Weiss, desaparece en una isla perdida llamada Lombok.
Lo importante aparenta ser pensar el mundo actual (y su futuro cercano, quizá) a través del lenguaje. Ese es -en el fondo- el objetivo de Bob Chow en El momento de debilidad. Para ello se vale de un montón de metáforas cargadas de ironía o de absurdo: no una “jirafa rellena con crema batida” (como indica la frase de Frank Zappa, citada al comienzo del libro), sino muchísimas. No se trata de una novela delirante sino de un realismo especular. Una heterotopía, como señala Michael Foucault en el prólogo de Las palabras y las cosas (refiriéndose a un cuento de Jorge Luis Borges, Los idiomas analíticos de John Wilkins, que lo inspiró a escribir el libro antes mencionado):
“Las heterotopías inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la “sintaxis” y no solo la que construye las frases –aquella menos evidente que hace “mantenerse juntas” (unas al otro lado o frente de otras) a las palabras y las cosas”.
Hay quienes ven en la novela un homenaje a Burroughs, un Busqued style. También es posible, pero no es más que otra forma de decir lo mismo, el efecto de las drogas evidencia la alienación del habla.
Fumar hormigas eléctricas u “hormigas samsum” sugiere una relación entre la tecnología y la falopa.
Citar de forma tangencial que dos submarinos nucleares puedan chocar en el fondo del océano plantea el costado absurdo de la ambición de control.
Trabajar haciendo reportes sobre el “mantenimiento de las serpientes” es aludir al sin sentido real de algunas tareas laborales, pinchar globos perfectamente ideados por el marketing laboral.
El uso permanente de aviones coexiste con botes de goma y otros medios precarios, marcando una de las tantas anacronías posibles del mundo que habitamos.
Ya no hay Dios, hay extraterrestres, avistamiento de ovnis.
La novela también tiene muchos puntos en común con Plataforma de Houellebecq, en varios sentidos: los espacios geográficos donde se desarrollan casi todas las escenas son los confines del mundo, la barbarie convive con la civilización de forma ambivalente, bajo sumisión amistosa o enfrentamiento sangriento. El turismo es -en esencia- “turismo sexual”. La pobreza extrema versus el despilfarro soberbio. La magnificencia pasiva del paisaje es el disfraz de las amenazas naturales: volcanes activos, “lagos asesinos”, posibles tsunamis.
En Plataforma Michel encuentra a Valerie y con ella todo el sentido a la existencia, pero sobre el final la pierde: es asesinada por fanáticos terroristas islámicos.
También podríamos mencionar que el libro ensaya algunos horizontes posibles donde el turismo espacial también se relaciona con el sexo, los extraterrestres con la reproducción y la salvación, y la esperanza new age o las drogas como única salida a un mundo apocalíptico.