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RESEÑA DE CINCO AÑOS A CABALLO

 

 

 

 

Por Mariano Dupont

                                             Cinco años a caballo. Un viaje desde el fin del mundo

                                             Bettina Bonfatti

                                             Ediciones El Amarre, 2014

                                             328 páginas

 

 

Los mejores libros son aquellos que desmadran el género. Los que se salen de cauce. Los que toman al género como punto de partida, los que arrancan de ahí para después perderse en efusiones, en desdibujamientos, en peripecias y matices del lenguaje. Cinco años a caballo de Bettina Bonifatti es uno de esos libros. El viaje, sí, el relato del viaje –las idas y venidas, las felicidades, las penurias, los encuentros– pero también lo otro: el lenguaje atravesado, bellamente, por una singularidad. Veintitrés cuadernos de cien hojas llenados durante cinco años de cabalgata a lo largo de la República Argentina y más allá (países limítrofes). Que también, como cuenta Bonifatti, tuvieron su aventura, esos cuadernos, una historia narrada en cuatro o cinco frases, a la pasada, pero que podría perfectamente componer otro relato, otra novela. Y después los cortes, la escritura, el trabajo de escritura, el desbroce, pues al fin de cuentas el mundo, como quería Mallarmé, está hecho para eso: para terminar en un libro.

 

Una hermosa chica de veinte años, y de yapa rubia (“Escondo el pelo rubio debajo del sombrero”), que un día decide largarse a la aventura, realizar un largo viaje a caballo sin siquiera saber cabalgar (“Yo no sabía nada de campo ni de caballos, sólo sabía seguir y tenía un sentido del tiempo.”). “La vida no me iba a dar este viaje, y lo que la vida no da, hay que agarrarlo igual.” Entonces a agarrar el viaje, a ponerle el bozal. Como a un potro. Y todo por aprender. Así, Cinco años a caballo, más que un libro de viaje (“lo mío no es un viaje aunque así lo nombre siempre. Es ejercitar la huida y el encuentro al azar”), es una novela de aprendizaje, de saberes. Un extraño Bildungsroman episódico, fragmentado, que oscila entre el registro técnico o el memorándum (“Aprender a ensillar.” “Comprar ginebra.” “El viento sopla a 130 kilómetros por hora.”) y un lirismo efusivo (“Mil ganas de desistir insistiendo en las ruedas de mí. Riendas de mí. Quiero decirlo y no sé. Besos de nadie”), que narra lo que un espíritu joven y curioso –y valiente, sobre todo valiente– puede aprender a lo largo de cinco años en un mundo del que todo lo desconoce. Y en el que encima la experiencia adquirida nunca sirve porque el mundo siempre cambia (“cuando aprendiste a armarte una vestimenta para que no se te peguen los abrojos, ya no hay abrojos y empieza la arena; y cuando aprendiste que el caballo en la arena se cansa más, y sabés cómo tenés que hacerlo andar, viene la tosca”).

 

Pero todo termina. Y hay que regresar. No se puede viajar toda la vida. Sin embargo, el viaje, el nomadismo, “tira”: “Cada día decido volver a Buenos Aires. Pero miro el monte y me atraganto. ¿Sabré vivir? ¿Podré vivir como es debido? Cuánto quisiera yo hacer eso, normalizarme, dejar esta locura”. La locura de tener, durante cinco años, otro cuerpo entre las piernas, debajo de uno. Un cuerpo, “una nave de cuero de media tonelada, a ver si lo entendés”. Y a la vuelta un “dolor imposible de explicar”, un “espanto”, sentir “cabras abajo del mundo”. “De tanto cielo, me quedé afuera.”

“Un viaje no se cuenta, no se puede contar.” La vida no puede escribirse, se sabe. La vida es la vida, y la literatura, la literatura. Sin embargo, queda, en la escritura de este hermoso libro de Bettina Bonifatti, la vida del lenguaje.

 

 

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