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RESEÑA DE PROTOCOLOS NATURALES

 

 

 

Por Pablo Milani

                                                              Protocolos naturales

                                                              Yamila Bêgné

                                                              Metalúcida 2014

                                                              128 páginas

 

“Al menos la mañana amarilla, al menos el viento, al menos unos labios o una manzana”, la frase de Yamila Bêgné (Buenos Aires, 1983) para describir el paisaje de Prefacio de una silueta difusa, uno de los cuentos de su primer libro de ficción. La sencillez y la precisión se juntan para darle forma a un libro que no deja de sorprender por su capacidad microscópica, su nitidez y su originalidad. En principio es inmediatamente reconocible una sintaxis tan intricada como límpida. Bêgné capta ese espacio ambiguo, concreto y poético, como una irrupción que quiere pasar desapercibida. Un universo misterioso y desolado que no se detiene en cada uno de los relatos de Protocolos naturales (Metalúcida, 2014). El libro transcurre sin tiempo definido. Un mundo sin objetos, alejado de todo hedonismo. Una escritura que no está interesada en construir ningún camino, sino que en su lectura existe una resistencia de lo real que se manifiesta en la búsqueda de una narración como un enigma. “Y cómo decir la frase y cómo finiquitar todo sin haber llegado a ningún tipo de conclusión y cómo estar, ya, en ese mismo momento, solo, sin nada más, sin nadie.” Aquí lo real es la instancia que no puede ser expulsada ni incorporada por completo, pero que a la vez se ve afectada por la tensión de significaciones, fragmentos de una narrativa donde la realidad desaparece.

 

Protocolos naturales desenvuelve la ternura como deseo sin ninguna intensión consciente. Yamila Bêgné reproduce el desencanto desde un compendio de equilibrios que transita entre la salvación y un precipicio asegurado.  Utiliza la literatura para descargar su interior de la misma forma que afirma su escritura como defensa. “Uno de los componentes esenciales del amor es la palabra, el acto de hablar o de escribir o de, de una forma u otra, transmitir pensamientos, sensaciones y sentimientos.”  Contra una literatura de pretensión y extensión, opta por otra más intensa, el contener la respiración hasta el próximo cuento, dejando al lector a veces aún más frío y alejado de toda frivolidad. Hay momentos donde el alcance de la brújula del entendimiento está lejos y eso hace que Protocoles naturales describa otra manera de leerlo. Yendo por la periferia, mutando de sentidos en cada palabra que usa como puente para la siguiente. “Tengo que llegar a abrir los ojos y los abro, todo en uno, todo en un mismo momento.” No hay segundas partes.

 

Bêgné describe su forma sin descuidar su sensibilidad, creando a la vez un idioma irreversible. No obstante, es por eso que se activa de inmediato una pasión profunda en cada sitio en que se encuentra la acción. Una acción no convencional, que se traduce como monólogo hacia los demás, pero que describe sin prejuicios un camino no antes transitado. “La solución estaba en la constancia: la calma debería hacerse permanente.” Poesía hecha palabra. El desencadenante en Protocolos naturales es unir lo que no estaba unido; lo que de otra forma no habría de caber como evidencia. 

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