CAMBIAR TODO PARA QUE NADA CAMBIE
Volveré y seré millones
Federico Matías Pailos
Pirani Ediciones
64 páginas
Por Facundo García Valverde
La literatura de Pailos se asienta sobre una ruptura permanente y vertiginosa de cualquier tipo de convención. Apenas plantea una escena, la destruye; apenas aparece la trama del texto, el autor impone su fuerza y la aplasta como el Leviatán con los disidentes voluntaristas.
Volveré y seré millones (Pirani Ediciones, 2013) se establece sobre un imaginario profundamente contemporáneo y recorrido extensamente (¿hasta la saturación?) por buena parte de la cultura – desde las reapropiaciones zombies de clásicos de Jane Austen, pasando por discos de rock enteros hasta series mainstream: una invasión zombie que azota una ciudad y amenaza sus cimientos morales y políticos. El escenario post-apocalíptico tiene la misma función que los naufragios, que los terremotos, que las revoluciones: imaginarnos cómo nos comportaríamos sin el orden preestablecido, sin las instituciones con poder coactivo y, encima, perseguidos por unos muertos vivientes que, si bien son lentos y bastante anárquicos, son muchos. Si eso es así, lo que nos ofrece el autor de zombies es una imagen de cómo somos, verdaderamente, los seres humanos.
Utilizando una prosa breve y ágil, una ironía medida y extremando las paradojas, Pailos agrega varias cuestiones a las figuras habituales del género. La primera es una construcción coral, con ciertas reminiscencias al mejor Vargas Llosas, donde no hay un protagonista con el que entablemos empatía y esperemos que escape de los zombies sino múltiples personajes que toman diversas perspectivas sobre ellos: escapar, matarlos, destilar resentimientos previos, defenderlos moralmente, etc. El final una de las películas clásicas de George Romero, Night of the Living Dead (1990), muestra que, en la mañana en que la invasión zombie ha sido vencida, los seres humanos se dedican a emborracharse mientras cuelgan y linchan a los zombies “sobrevivientes”. Antes no lo sabíamos pero, ahora, a partir de ese gesto de revancha y ese tipo especial de castigo, podemos ubicar espacialmente el foco de la invasión: cualquier lugar del sur de Estados Unidos. La forma en que los intelectuales defienden a los zombies, en los que rápidamente se generan Madres de la Plaza de Mayo Zombie o que los medios de comunicación reclaman por mayor seguridad, que los ricos vencidos políticamente reaccionan, nos muestran que el Buenos Aires kirchnerista es el epicentro de la invasión.
Lo segundo que agrega Pailos es el momento histórico particular: la muerte de Nestor Kirchner. Mientras algunos se acercan a la plaza para comenzar el largo funeral que todavía continúa en las vestimentas de la presidenta, los zombies, los desaparizombies salen del Río de la Plata y atacan, entre otros puntos del tour de los derechos humanos, el ECuNhi. La nouvelle de Pailos es también eso: un recorrido turístico de los últimos cinco años de política argentina; el conflicto entre los medios, la proliferación de las editoriales comprometidas en las redes sociales, los nicks de los fotologs, los talk shows y la retórica de seguridad versus derechos humanos.
Siempre hay alguna Hebe de Bonafini que le pide a algún Charly García que no arroje muñecos de goma espuma desde aviones en el Río de la Plata por respeto a la memoria y quizás Pailos encuentre su Hebe de Bonafini. Hebe, no te preocupes; Pailos es del palo aunque, igual, vos no entenderás. Lo que hace es crear un escenario en el que el relato (bah, EL RELATO) de los últimos años se mantiene porque todo el conflicto está fundado en esa reconstrucción, como si ninguna otra fuera posible. Clarín dice lo que diría si en vez de zombies fueran Axel Blumbergs. Página 12 dice lo mismo. La oposición dice lo mismo. El Gobierno no aparece pero, y acá hay una clave, apenas reprime, excepto a los pobres. Los organismos internacionales presionan. Todo igual. Hay zombies pero es todo igual.
Así, Pailos utiliza el género menos realista y más propenso a la sangre, al terror y a la lucha por la propia supervivencia para escribir (creo) su primer novela fundamentalmente realista. Porque, más allá de la revulsión, de la incomodidad, de la meta-narrativa, Pailos es un conservador.